No hay nada como manejar un convertible: el aire en la cara, los cabellos desordenados por el viento, y la sensación de pensar que estas volando con la unica protección de unos lentes obscuros. Todo parece exitante.
Eso pensaba cuando me dirigía a una de las payas vírgenes del pacífico. Había organizado mi viaje durante semanas. Llegaría a una cabaña a orillas de la playa, no quería hoteles lujosos. Quería observar en una hamaca observando como el cielo cambiaba de colores entre azules y naranjas cuando el sol se oculta. No quería masajes. Quería que la brisa del mar rozara mi piel y los paseos los cambiaría por largas caminatas sobre la arena mojada. Caminaría desnuda si lo deseara........
Eso pensaba cuando me dirigía a una de las payas vírgenes del pacífico. Había organizado mi viaje durante semanas. Llegaría a una cabaña a orillas de la playa, no quería hoteles lujosos. Quería observar en una hamaca observando como el cielo cambiaba de colores entre azules y naranjas cuando el sol se oculta. No quería masajes. Quería que la brisa del mar rozara mi piel y los paseos los cambiaría por largas caminatas sobre la arena mojada. Caminaría desnuda si lo deseara........
No hay comentarios:
Publicar un comentario